lunes, 5 de mayo de 2014

Brooklyn solo es un barrio.

Ahí estaba yo, desnudo, sentado en un asiento de cuero barato.
Visualizando la mayor obra maestra que ha podido ser creada por alguien imperfecto.
El amor. Hombre y mujer en uno, la manzana prohibida, el gesto indomable, el amor.
Ahí estaba yo, con la piel pegada a ese asiento
, un cigarro en la mano derecha, y un vaso
de agua con gas en la mano izquierda.

Ahí estaba yo, mirando esa majestuosidad desde un tercer plano,
 el cigarrillo cada vez más colilla,
 el agua sin burbujas y la vida sin amor.  

Ahí quedó mi yo, al finalizar el espectáculo tiré el cigarrillo,
o lo que quedaba de él,
 y lo pisotee
con rabia, con mucha rabia e indignación
mientras aplaudía y sonreía el gran trabajo de toda la
plantilla teatral.

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